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Aquí el autor, sobrado de egocentrismo |
Parte de la culpa de la
distancia que muchos toman con el jazz, incluso hablo de
instrumentistas, es ese ese aura de música culta que, en ocasiones, roza
la pedantería de la exclusividad. Sin embargo, el jazz nace y se hace
en sus primeros tiempos a base de sudor de trabajo, sangre de segregación racial y
humildad. Del jazz se puede hablar de la forma más llana y accesible
porque, como toda manifestación artística, entronca con algo tan
inherente al hombre como son los sentimientos y las
sensaciones, y estos son universales.
Lo que sucede es que no todos
los caminos llevan a Roma en el jazz: hay caminos que te llevan al
abismo sin pasar por la casilla de salida. Si tuviera que nombrar mis
diez discos favoritos del género, probablemente no sería
ninguno de los que aconsejaría a un aspirante a neófito. Por citar ejemplos, los
discos de Andrew Hill “Point of Departure”, el “Astigmatic” de Krzysztof
Komeda, o “The Shape of Jazz to Come” de Ornette Coleman, me parecen
joyas que sólo he podido disfrutar como la tónica,
amargándome durante unos años hasta pillarles el gusto, para luego ya
no poder abandonarlos. A la mayoría de niños pequeños, si como primera
bebida refrescante les das tónica, rara vez volverán a probará. Sin
embargo, si alguien es melómano, es complicado
que en el vasto mundo del jazz no exista algún género, o algún disco
dentro de un género, que pueda lindar con el tipo de música que más le
gusta y así, de su mano, se irá introduciendo en un lenguaje nuevo sin
esfuerzo.
Respecto a lo expuesto en el
párrafo anterior, se me viene a la cabeza la cantidad de damnificados
por el archiconocido “Kind of Blue” de Miles Davis. Ese trabajo es una
de las piedras angulares no sólo del jazz, sino de la música contemporánea, sin embargo es una apuesta del autor con una
sonoridad que a muchos les resulta exótica, y es que no deja de ser un
trabajo con cierto corte experimental. De hecho, mucho jazz surgido tras
los años dorados del swing, música de masas
en Estados Unidos hasta entrados los años 40 del siglo pasado, mantuvo ese
halo de libertad de expresión que hacía que le fuera complicado
conectar con el gusto mayoritario. Muchos músicos habían llegado hasta ese punto de evasión de las corrientes principales escapando de standards manidos por Big
Bands, convertidas prácticamente en empresas que les mantenían a sueldo y que eran adoradas por el público. Nacía o se reconvertía una nueva generación de artistas que querían dar
su visión más particular sobre el género; así, y entre otros muchos
motivos que expondré en otras entradas, en los años 40 nació el bop, que ya no era música tan popular
como el swing. En plena crisis social surgieron movimientos de defensa de la identidad racial, contra la represión de clases, de lucha contra el racismo etc. que, en la música que nos concierne, tuvieron su reflejo en
una ruptura cada vez más radical con los tradicionalismos; de ese modo, nació tras el contestatario hard bop el avant garde y, cercano en el tiempo, el free jazz, que no es que estuviera enfocado a un público minoritario:
directamente era una exteriorización personal de los sentimientos
íntimos a través de la música, donde sólo había tripas, y las reglas
–armonía, melodía, rítmo, compás, timbre, técnica…-
no tenían más razón de ser que lo que al intérprete le surgiera en ese
instante como vómito de su alma.
Si bien nunca en el jazz ha
dejado de hacerse música “comercial” -mucha de ella de una calidad
incuestionable, incluso verdaderas obras maestras-, no es menos cierto
que muchos de los pilares que vertebran la historia de este género no tenían un ojo puesto en el mercado discográfico -aunque expontáneamente
algunas resultaron ser bombazos lucrativos para sellos y
productores-; es por ello que, para los amantes del jazz, sea complicado recomendar discos sin pecar del entusiasmo al que empuja el gusto personal, y sin caer en la cuenta de que se aconseja desde el
callo de haber curtido el oído con años de escucha de resoluciones
atípicas en la música popular, de intervalos disonantes, polirritmias, patrones
arrítmicos, atonalidad, uso de varios centros tonales simultáneos,
manejo experimental del timbre del instrumento… Todo eso, o incluso sólo
parte de ello, en una primera escucha, carece de sentido para muchos
oyentes, y pueden terminar definiendo el jazz como “[...]esa música desordenada en
la que tocan sin sentido, a lo loco”
En este blog sólo quiero tender
una mano, con humildad, a todos los melómanos inquietos que desean ir
por la vereda más llana hacia eso tan escarpado que les puede parecer en su imaginario el
jazz. A muchos sé que os perderé por el camino pero, si alguno termina atrapado en este universo de forma inevitable y para siempre, yo
daré por bueno mi tiempo.
Dejo claro que yo no soy ningún
experto en jazz, dejo claro que a mí no me entra igual de bien todo el
jazz, dejo claro que tengo preferencias por determinadas épocas y
estilos del jazz, dejo claro que no hay nada de lo
que yo pueda opinar sobre este tema que sea digno de sentar cátedra,
dejo claro que mucho de lo que comente o recomiende será objetivamente
erróneo desde mil puntos de vista y sólo objetivamente correcto desde
mi absoluta subjetividad, en ese momento y
para nunca más.
.
.
De momento, el "Kind of Blue" de Miles Davis, tendrá que esperar.
Salud y música
Despues de esta introducción que has hecho he de reconocer que sólo me suena Miles Davis y de nombre únicamente. Así que espero que los discos que vayas proponiendo sean digeribles para mi duro oido. Prometo intentarlo ;-)
ResponderEliminarPrometo intentarlo... aunque mis oídos están oxidados por el metal que contienen
ResponderEliminarPersonalmente, y aunque no se aun profano del todo, me viene cojonudo una buena guía sobre este Universo sonoro. Muchas gracias por el curro!
ResponderEliminarEstoy deseando que publiques la 4a entrega del blog, hasta el momento me ha encantado. Muchas gracias!
ResponderEliminarMuchas gracias, Guillermo. Lo tengo un poco parado en verano, pero a la vuelta, en septiembre, llegará la siguiente entrada.
ResponderEliminarAnimo David. Es un trabajo duro el que haces pero mucha gente como yo, que quiere que le guste el jazz y no sabe cómo empezar, te damos las gracias por tu tiempo, tu trabajo y tus conocimientos. Mucho ánimo, te seguimos.
ResponderEliminarSaludos, José Luis.