En la entrada anterior se
propuso la escucha un disco icónico del hard bop, el “Page One” de Joe
Henderson. Casi es de justicia divina darle su espacio a otro estilo que
convivió y, en cierta medida, rivalizó con al anterior,
el cool.
Antes de empezar meternos en
harina, vamos a hacer algo que a todos nos gusta: escuchar música unos
minutos. El siguiente video corresponde a un tema de bop convertido con
los años en un standard, "Confirmation", de Charlie Parker. El bop fue la música que
apareció tras el swing a mediados de la década de los cuarenta:
No valoraremos en este momento
si os ha gustado o no (sí os ha gustado, mucho mejor). En segundo lugar,
este video corresponde al tema "Take Five", que podréis encontrar en el album de Dave Brubeck "Time Out"; es cool, la música que aparentemente acabó
con el bop, ya casi en los cincuenta:
Las diferencias entre ambos
estilos son notables, ambos son jazz, pero suenan y transmiten
sensaciones encontradas. “Confirmation” es un ejemplo paradigmático de
bebop, con un ritmo desenfrenado, descarado, racial (¡es un blues de 12 compases reinterpretado por Charlie Parker!), con líneas solistas
llenas de staccatos, cromatismos, tensiones,
todo nacido de las tripas, irreverente, desenfadado e hilarante, es
una improvisación pura y dura: nunca más se volvió a tocar igual, ni por este combo ni por nadie,
porque cada interpretación llevó a los músicos a
afrontar el tema de un modo distinto. El segundo video muestra un ambiente es
mucho más pausado, medido, cerebral, con mayor peso melódico, más
amable con el oído, el compás 5/4 no es típico de blues, ni de jazz
añejo, ni la composición hunde sus raíces en la música
religiosa afroamericana. Como curiosidad, Paul Desmond cedió los derechos de esta canción a la Cruz Roja antes de su muerte.
Cambiemos por un momento de tercio, lo siguiente que voy a relatar, creo que es importante para centrar algunas cosas. Este es Stan Getz:
El saxo tenor Stan Getz se forjó
en sus primeros años como músico entre big bands de Nueva York a
principios de los años cuarenta, alguna de las cuales estaba liderada
por el rey del swing, el enorme Benny Goodman. Fue en
la costa este donde comenzó a tomar su personalidad como solista,
personalidad deudora de Lester Young como referencia principal, no
obstante, su magia como instrumentista superlativo, se desarrolló al
viajar a Los Ángeles a mediados de la década. Poco después,
a principios de los cincuenta, Stan Getz se hizo un nombre tocando cool
junto a figuras como Horace Silver, Oscar Peterson, Roy Haynes o Tommy
Potter.
El estilo de Stan Getz se podría
definir como elegante, tranquilo, contenido, legato. No había pirotecnia en su
forma de tocar, con un fraseo aparentemente fácil; sin embargo,
transcribo la siguiente afirmación: “Admitamoslo, a todos
nos gustaría tocar como él lo hace… si pudiéramos”. El peso de esta
frase toma una dimensión enorme cuando quien la pronuncia es el
mismísimo John Coltrane, uno de los saxofonistas más influyentes de la
historia del jazz. Como Getz, hubo otros instrumentistas
superlativos dedicados al cool en esa época: el pianista Bill Evans, el saxo barítono Gerry Mulligan, Miles Davis o, de los que hoy nos ocuparemos, el
saxo alto y tenor: Arthur Edward Pepper, Jr., aka Art Pepper y el
trompetista Chet Baker.
La intención de los dos párrafos
anteriores no es baladí: el cool ha sido históricamente una especie de
piñata a la que dar palos por parte de muchos jazzeros, pero nadie puede
negar la altura de innumerables músicos que formaron
parte de ese movimiento, tampoco de la influencia del cool hasta
nuestros días –y eso incluye a aquellos que, con un golpe en la mesa,
pusieron el hard bop como rabiosa respuesta al "estilo de la costa oeste" -lo entrecomillo para luego justificar el hacerlo.
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Chet Baker después de una sesión de grabación en Los Angeles CA, 1953 (fotografía de Bob Willoughby) |
En las discográficas podemos
encontrar el germen de la mala fama que en determinados sectores tuvo el
cool: “El bop ha muerto, larga vida al cool” declararó la industria a
finales de los cuarenta; inmediatamente dieron la
espalda al primero y ofrecieron su infraestructura y maquinaria
propagandística en favor del nuevo estilo, enojando a todo un sector
jazzístico que se sintió abandonado ¿Por qué actuaron así? Lo cierto es
que el bebop nunca adquirió amplias cotas de popularidad.
Ese nuevo jazz que había enterrado desde la rebeldía al swing, de
alguna manera, fue lo que en nuestros días se ha etiquetado con mayor o
menor fortuna como música underground. Su complejidad, sus formas más
colorísticas que melódicas, los circuitos en los
que se movían los boppers, la mayor aceptación popular de otros géneros como
el R&B, etc. lo convirtieron en cierta medida en música “para
músicos”. En definitiva, las discográficas aplicaron su política
darwinista del modo que siempre lo han hecho: si de ti creo
poder sacar dinero, te adapto y sobrevives, si no, eres carne de
extinción.
Es curioso cómo la industria de
la música puede establecer etiquetas en su beneficio. Incluso hoy día,
con la perspectiva del paso de las décadas, no es infrecuente que se
siga hablando indistintamente de cool y de west
coast jazz prácticamente como sinónimos. Sin embargo, el cool era sólo
una de las formas que adoptaba el jazz en la costa californiana.
Abundando en lo anterior, allí se hacía también un bop de gran altura.
Sin embargo, la industria consiguió que cuando alguien
hablara del jazz que se hacía en la costa oeste (west coast jazz) el
imaginario popular lo vinculara inmediatamente al cool. Eso condenó al
exilio a fantásticos instrumentistas, dedicados al bebop, como Dexter
Gordon o Teddy Edwards, cuyo reconocimiento no
les llegaría hasta años más tarde. Por otro lado, grandes músicos
afincados en Nueva York, como Miles Davis, Gerry Mulligans o Lee Konitz,
sin ser conscientes realmente de estar haciendo algo que se etiquetaría posteriormente como
cool, sentaron las bases del estilo asociado a la otra punta
del país.
Voy a dar una opinión personal, y
es que el bebop no desapareció al irrumpir el cool: hubo mucho cool que
no fue más que una evolución natural del bebop, como lo sería más tarde
el hard bop. Y es que los músicos suelen ser
culos inquietos y algunos bopers a finales de los cuarenta, en un afán
de experimentación, rescataron del swing sus líneas melódicas y la
figura del arreglista, equiparando la importancia de los propios
arreglos a la de la improvisación, que había sido el
pilar fundamental del bop; por otro lado, del bop mantuvieron, entre
otras cosas, algunas estructuras y su capacidad de dar espacio a los
solistas: el bop había adoptado una nueva forma de ser concebido. Es
cierto que, dentro de las corrientes del cool, hubo
músicos que adoptaron un enfoque totalmente distanciado de la música
negra, poniendo su foco compositivo en otras músicas del mundo e incluso
en la música antigua (no usemos el reduccionismo de llamarla clásica),
pero se podría considerar que lo que estaban
haciendo no era más que una mezcla de géneros que nunca ha llegado a
denominarse fusión jazz.
Aunque es históricamente
correcto, y es una convención al hablar de las formas de interpretar
jazz, no soy muy partidario de clasificar el jazz en estilos cool
(cerebrales) y hot (viscerales), pues pienso que pervierten
y condicionan la escucha del oyente llenándolo de prejuicios en uno u
otro sentido. Prefiero hablar de enfoques a la hora de afrontar la
interpretación. La interpretación en el cool está condicionada por un
mayor peso de las armonizaciones de las líneas melódicas
en los temas, es frecuente el uso de polifonías, el trabajo de
contrapunto (muy influenciados, en ocasiones, por la escuela de Debussy,a
parte del barroco) y, en general, de arreglos que implican la
disciplina de sincronizar las líneas melódicas o la armonía
de varios instrumentos; esto necesariamente limó el desenfreno
pirotécnico y el espacio de libertad interpretativa que había en el bop,
donde el solista, conociendo a la perfección unas reglas básicas, era
capaz de seguirlas o romperlas a su antojo para buscar
uno u otro efecto en su espacio. El resultado del nuevo escenario fue
esa música más sosegada, limpia, sutil, preconcebida y meditada en su
ejecución que luego tomaría el nombre de cool. Si unimos a las
características musicales del estilo el hecho de que
los músicos de cool habían trasladado el jazz desde los clubes
nocturnos a una audiencia culta universitaria procedente de familias
acomodadas y, además, que habían liberado de humo y neones muchas de
sus actuaciones para ahora tener como fondo el sol, la brisa del mar, las
chicas y la playa californiana, la industria intuyó un cóctel perfecto
por el que apostar. El tiempo dio la razón al pálpito de las
discográficas y el cool resultó ser, en muchos casos, un producto más
fácil de vender que el bop.
A parte de las consideraciones sobre el apoyo de la industria discográfica al cool en detrimento de bebop, se ha hablado mucho sobre
factores sociales que hicieron que el cool fuera mejor visto por los
distintos poderes fácticos que el bop, poderes con cuyo respaldo se ayudó a su difusión y
apoyo por parte de la industria musical. Como habrá próximas entradas que traten de este estilo, se abordará este tema porque es muy interesante, incluso extrapolando a lo que sucede hoy día.
Sobre el disco que nos ocupa, es
un ejemplo de cool jazz donde se observan muchos matices heredados del
bop. Si quisiérais escuchar un disco mucho más distante de la música
negra, podéis probar con el “Time Out” de Dave Brubeck, del que
pusimos el ejemplo del tema “Take Five” al principio del texto, y trabajo
que, de todos modos, será protagonista en alguna de las próximas
entradas.
Este disco se grabó en 1956, en
Hollywood, California, bajo el sello Pacific Jazz. Se juntaron dos
genios, uno de la trompeta, Chet Baker, y otro del saxo alto, Art
Pepper, por el que no niego gran debilidad –su biografía
es sencillamente imprescindible, mezclando a partes iguales drogas,
cárceles, lecciones de vida y música (“Una vida ejemplar: memorias de
Art Pepper” Global Rhythm Press 2011).
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Reedición del disco en 1961, donde se sustituyó la portada original por una imagen de estudio |
Pepper y Baker ya habían
colaborado en ocasiones anteriores ese mismo año, y la química entre
ellos es más que palpable en este trabajo. El sexteto formado lo
completaban Phil Urso al saxo tenor, Carl Perkins al piano, Curtis
Counce al contrabajo y Larance Marable como percusionista. Como
anécdota, el mismo álbum fue reeditado en 1961
pero, a parte del orden de los temas, cambiaron la portada y el título
del disco, que pasó a llamarse “Picture of Heath”
en referencia al principal compositor del álbum, Jimmy Heath. Se dice
que a la famosa revista norteamericana a la que la portada original
homenajeaba no le hizo demasiada gracia la primera edición, y quisieron
quitarse de problemas. A partir de ese momento,
los vinilos originales, se convirtieron en un objeto de culto por parte
de coleccionistas.
Para terminar, muchos hacen referencia al disco "Birth of the Cool" de Miles Davis como el pilar fundamental sobre el que se desarrollaría posteriormente el cool (se publicó en 1954, pero las grabaciones se remontan a 1949); como curiosidad, si yo tuviera que elegir un punto y final al reinado del cool, no culparía al hard bop de ello: localizaría su fecha en el 17 de agosto de 1959, cuando el propio
Miles Davis reescribió la historia del jazz publicando el "Kind of Blue". A pesar de lo anterior, de momento, el "Kind of Blue" de Miles Davis, tendrá que esperar.
Salud y música
Salud y música
Vaya pedazo de articulo y de curro que has hecho, MAGNÍFICO! Y ahora, toca aprender y asimilar toda esta información; de momento a buscar el disco. Mil gracias, una abrazo.
ResponderEliminarPor cierto, ya empieza a tener un esquema mental de la evolution del jazz (swing-bebop-cool), y de entrada, me gustan todos, pero veo que me tira el cool.
EliminarMuchas gracias, Oliver. No había visto mucho feedback por aquí y pensé que no había interesado demasiado. Recuerda, sobre tu segunda apreciación, que la evolución swing-bebop-cool, se complementa con la respuesta al cool por parte de muchos músicos negros, el hard bop.
ResponderEliminarYeeepaaaa..... Yo es que no comento nada hasta que no le pego 5 o 6 escuchas. Tengo que decir que me ha gustado más que el anterior.
ResponderEliminarQuizá es que mis orejas se van acostumbrando.
Aunque me siguen resultando un tanto "duros" algunos temas, hay otros que me encantan. Esto lo negaré siempre pero se me movían sólos los pies en esos temas que yo califico como "de las pelis en blanco y negro de los 50" XDDDD
Buenos momentos en la escucha, si señor.
Un saludo.
Estás entrando en el lado oscuro... Es normal que algunos temas no te entren, pero el que está enfrentado al jazz no es capaz de disfrutar de ninguno: tú eres carne de cañón.
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