viernes, 15 de abril de 2016

1. Joe Henderson "Page One"

Tras haber presentado aquí la intención y razón de ser de este blog, toca agarrarse porque llegan curvas: dotarlo de contenido. La primera decisión no ha sido sencilla: ¿Con qué disco comerzar el camino? No es poca la responsabilidad pues, para un oyente advenedizo, las sensaciones de la primera toma de contacto con el género pueden condicionar su predisposición a escuchar un segundo trabajo de jazz.

Era fácil caer en la tentación de buscar la llave en el fusion jazz, un cajón desastre donde esta música se abraza con otros géneros con mayor o menor fortuna, pues en este estilo muchos discos son amables con el oído del profano. Sin embargo, a parte de parecerme un apuesta algo cobarde, entiendo que alguien que llega aquí quiere oír jazz con mayúsculas y, además, llega a este punto con la mente abierta a ello. De este modo, entre varios títulos que me rondaban la cabeza, he decidido elegir un álbum de hard bop mítico: Joe Henderson "Page One", grabado en el verano del 63 para el clásico sello Blue Note Records .

Portada del disco en la que participaron Joe Henderson (saxo tenor), Kenny Dorham (trompeta), Butch Warren (contrabajo), Pete La Roca (batería) y McCoy Tyner (piano).

Permitidme un inciso, no dejemos cabos sueltos ahora que estamos empezando ¿Qué es el hard bop? Aunque intentaré desarrollarlo con más profundidad en futuras entradas, voy a tomarme un tiempo para contextualizar con brevedad este álbum en su momento histórico.

Desde finales de los años veinte y durante la década de los treinta, el swing era, en cuanto popularidad, el equivalente al pop de hoy. Se trataba de música orquestal en la que el formato habitual de congregación de músicos era el de la big band: un elenco numeroso de instrumentistas repartidos en distintas secciones, típicamente tres, cuyos integrantes estaban férreamente anclados al servicio del conjunto y sus reglas de funcionamiento. Aunque en las big bands había espacio para el lucimiento personal a través de algunos espacios para hacer solos, a mediados de los cuarenta muchos instrumentistas se sintieron encorsetados en ellas, decidiendo formar grupos más pequeños en los que desarrollar con mayor libertad sus ideas; a todo ello se unió el hecho de que, en período de guerra, la crisis económica hizo que mantener grandes bandas a sueldo fuera demasiado caro para los empresarios, de forma que muchas se disolvieron y los instrumentistas tuvieron que buscarse de otra forma las habichuelas. Resumiremos el tema diciendo que así nació un estilo, mucho más minoritario a nivel popular, llamado bebop. En este nuevo estilo, pequeños ensembles (tríos, cuartetos, quintetos..), hacían una música basada en la frescura de la improvisación de solos virtuosos ejecutados sobre armonías cada vez más endiabladas. Por estar en el punto en el que estamos, aún no recomendaré ningún disco de la época, pero con una búsqueda de Charlie Parker en Youtube, podréis haceros una idea de qué es de lo que hablamos

El batería Peter Sims, más conocido como Pete La Roca, cinco años después de grabar "Page One" abandonó los escenarios para ejercer como abogado. El jazz volvió a recuperarlo en 1979.

Ya en el ocaso de los años cuarenta, se desarrolló una alternativa al bebop por parte de muchos músicos de la costa oeste de Estados Unidos, algunos de ellos blancos y, en bastantes casos, pertenecientes a familias acomodadas. Empezaron a hacer un jazz mucho más comedido, cerebral, más ligado a la música clásica europea y con la vista más apartada de la música negra más tradicional. Este estilo se llamó west coast jazz, por su ubicación geográfica, en oposición al bebop que tradicionalmente se hacía en la otra punta del país. Muchos le llamaron simplemente cool, a parte de por la connotación del  significado de la palabra en inglés, que ligaba bien con la sensación que transmitía esta música, por el afianzamiento del término a través de uno de los discos emblemáticos del estilo: el "Bird of The Cool" de Miles Davis (1949). Sin llegar a las cotas del swing, el cool se hizo bastante popular. Fue entonces cuando muchos negros reaccionaron contra la nueva tendencia, pues afirmaban que despojaba al jazz de su identidad racial, que ninguneaba sus raíces afroamericanas –y africanas, por extensión-, y su nicho social y cultural tradicional. Tal fue la reacción ante esa música que calificaban de -lo diré eufemísticamente- "floja", que el propio Miles Davis renegó de ella años después. La respuesta, a mediados de los cincuenta, fue el nacimiento del hard bop. Como resumen, se puede decir que el hard bop se cimenta sobre las estructuras tradicionales de la música afroamericana, se recupera la música religiosa negra y el blues para el jazz y, en muchos sentidos, se consagra como una continuación lógica al bebop que pareció romper el cool. En este estilo y de forma destacada se encuentra "Page One". Para que os hagáis a la idea, según Scott Yanow, uno de los críticos y musicólogos más influyentes del jazz, este trabajo es una de las diecisiete grabaciones fundamentales del hard bop.

El trompetista Kenny Dorham junto a Joe Henderson, Englewood Cliffs NJ, 1 de abril de 1963.
(fotografía de Francis Wolff)

He visto críticas de discos en internet donde se describen con pasión, tema a tema o en su conjunto, las sensaciones, bondades y demonios que transmite un disco; tengo en mente una entrada en un blog sobre el “A Love Supreme” de John Coltrane que tenía un desarrollo de ideas casi esperpéntico por sus connotaciones religiosas, espirituales y sobrenaturales. En mi caso, las valoraciones subjetivas las voy a delegar en el oyente. La música, en lo concerniente a su naturaleza de agitación emocional, creo que no debe explicarse: la música hay que sentirla, debe ser capaz de transmitir por sí misma, y ese sentimiento nace y se desarrolla dentro del cuerpo del que la recibe, con las limitaciones, grandezas, experiencias, gustos y singularidades de cada cual. Dicho lo anterior, intentaré no adjetivar los discos que proponga para evitar contaminar con mi opinión la vuestra.

Sin embargo, sí me parece interesante aproximar al lector a lo qué sucede durante un tema de jazz, a fin de ubicar a quien no está familiarizado con la escena. De este modo, cualquiera podrá valorar en mejor medida lo que acontencerá durante el desarrollo de la escucha. Será una generalización que no se podrá trasladar en toda su magnitud a estilos más vanguardistas del género, como el free jazz o el avant-garde, y con mil excepciones y alternativas pero, también, con mil coincidencias que se pueden encontrar en innumerables discos.

Los integrantes de un ensemble de jazz no se valen habitualmente de una partitura clásica para aprender y seguir los temas. El sustituto de la partitura suele ser una hoja donde aparecen unos apuntes simplificados sobre la progresión de los acordes (changes) y la referencia a la melodía más representativa de lo que tocarán.


Ejemplo de planilla simplificada usada por los músicos de jazz (representa la vuelta del head con el que se inicia y se termina un tema). Se observa en la parte superior de las líneas del pentagrama el llamado cifrado americano, donde se muestra la tónica del acorde y, junto a él, su naturaleza. No hay más explicación sobre como ejecutarlo: ni la disposición de voces, ni posibles inversiones, ni omisión de quintas o tónica en favor de su interpretación por otro instrumento y, se deja a elección la inclusión de tensiones o alteraciones. En el pentagrama, una simple reseña sobre la melodía a interpretar, se suele llamar lead line.
 
Lo primero que suelen hacer los músicos en su conjunto es presentar al público el tema. Para ello interpretan la melodía y armonía ajustándose a lo que se dicta en los apuntes citados; esta primera parte es lo que se llama head y puede tratarse de un tema clásico reconocible -un estándar, como se suele denominar en jazz- o una composición propia. Es interesante tener en cuenta que, al haber tan pocas instrucciones para ejecutar el head, ya aquí se tiende a tener cierta libertad en su interpretación, aunque si se hace referencia a un tema clásico, suele ser reconocible. En realidad, ejecutar un head clásico de forma literal, es considerado un síntoma de inmadurez de los músicos. Cuando completan el último acorde del head, se dice que han hecho un “chorus”, en nuestro idioma se hace mención a ello como “una vuelta”. 

A partir de este momento se tomará como referencia el colchón armónico del head, pero será simplemente una estructura sobre la que improvisar. Antes de tocar el tema, los integrantes de la banda habrán determinado quiénes improvisarán como solistas, en qué orden y cuántos chorus durará el solo de cada uno de ellos. Sin existir reglas fijas, existe un consenso habitual según el cual primero improvisa el líder de la banda, le sigue el segundo solista -si lo hubiera-; tras estos solos lo hace el instrumentista encargado llevar el peso de la armonía -piano, guitarra, hammond, etc.-, después el bajista y, por último, el batería/percusionista. El orden no siempre se establece así: a veces alguno de los integrantes sólo forma parte de la sección rítmica, o comparte su sólo en el chorus con otro solista en una especie de diálogo entre instrumentos que se denomina call and response, o bien  ejecuta el solo durante unos breves compases en forma de breaks de la banda -silencios del resto del grupo que le dan espacio para destacar en ese instante.


McCoy Tyner fue el pianista que no pudo aparecer en los créditos del disco de Joe Henderson "Page One" al haber fichado por la discográfica Impulse! Su nombre fue sustituído por un impersonal "Etc." en la portada del álbum. 21 de agosto de 1961. (fotografía de Francis Wolff)

Algo que suele pensarse es que, mientras el instrumentista ejecuta el solo, el resto de la banda permanece “en piloto automático” ejecutando la armonía y el ritmo. Sin embargo, esto no es así en los buenos grupos de jazz. De hecho, lo que debe producirse en todo momento es un diálogo entre solista y acompañantes. Aquellos que se encargan de la armonía mientras otro músico improvisa, suelen ir buscando nuevos colores para el colchón armónico en forma de inclusión notas que generen tensiones o alteraciones, sustituciones de acordes, omisión de ellos, etc. No es infrecuente que, puntualmente, uno de los músicos que acompaña al solista ejecute una frase en forma de unas pocas notas (lick), sugiriendole nuevas ideas por si quiere adaptarlas a su solo o le sirven de inspiración. La sección rítmica puede variar la forma en que se marcan los compases, desplazar los tiempos o ceder el peso rítmico a otro instrumento. Todo eso sucede mientras suena el solo sobre el chorus. Cuánto más sólida y experimentada es una banda de jazz, más interactuan sus componentes y mejor resuelven las situaciones -es este mundo es fácil meterse "en un fregao". El final del tema suele cerrarse con todo el grupo tocando de nuevo el head inicial y, tras él, si no se hace de forma abrupta, usando una coda o un breve tag.


Butch Warren junto a Charlie Rouse. Amsterdam, 1964.
(fotografía de Ton van Wageningen)

Sobre el disco que nos concierne, decir que es la ópera prima como líder del saxo tenor Joe Henderson. De este disco han surgido dos estándares, vigentes hasta hoy día, como son Blue Bossa y Recorda Me. Joe Henderson, personalmente, me parece que tuvo el inmenso mérito de sobrevivir bajo el peso de los también saxofonistas John Coltrane y Sonny Rollins en una época en la que sus halos e influencias inundaban todo. Muchos le han calificado de comercial, a lo que contribuyó su toque, limpio y de gran elegancia en contraposición con otros saxofonistas más agresivos en su ataque y concepción del fraseo. Ciertamente no es un músico efectista, de echo tiene una presencia contenida y al servicio del resto de integrantes del ensemble, lo que se traduce de forma positiva en que su trabajo junto a la banda suena con una solidez absoluta. Por otro lado, ya en este disco se observa su lado experimental, coqueteando con el avant-garde al fusionar algunos ritmos orientales y latinos con el jazz. Ahora bien, se trata de jazz en toda su extensión.

Yo no voy a hacer una crítica del disco, sólo lo propongo como primera aproximación al género. No ejerceré de crítico porque ya hay bastante contenido en internet sobre esta obra y porque no es el objetivo del blog, además de haber gente con más criterio para hacerlo. Sin embargo, me gustaría recomendar que, aquel que se entregue a la escucha, lo haga buscando tener total disposición para disfrutar de ella durante esos poco más de cuarenta minutos que durará la reproducción. Es importante dar a la música su espacio y dejar que en él sea la protagonista absoluta, sin interferencias y buscando ese diálogo que siempre surge, sin palabras, entre corazón del instrumentista y su espectador.

La próxima recomendación para la escucha será la de un disco mítico de cool. De momento, el “Kind of blue” de Miles Davis, tendrá que esperar.


Salud y música

9 comentarios:

  1. De entrada, muy aclaratoria tu síntesis de la evolución del jazz y sus subestilos! Y ahora, a busacr el disco,
    Mil gracias!

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  2. Como verás, Oliver, el enfoque que he querido dar tiene más que ver con qué es y cómo se hace un determinado jazz que con el disco en sí. No diría que la propuesta sea una excusa, porque sirve para ser hilo central algo importante: acercarse al género sin los ojos vendados, pero el trabajo de Joe Henderson no es el motivo de la entrada por sí misma. De hecho, esta va a ser la tónica en las próximas entregas: usar como propuesta un disco amable con el oyente que sirva para conocer cada vez, con más profundidad, de donde procede, a dónde conduce, cuál es su sentido y cómo enfrentarse a la escucha de trabajos similares. En realidad, mi intención, sí es dialogar sobre el disco en este espacio de comentarios, porque se pueden sacar conclusiones muy interesantes.

    Otra cosa que no he advertido, y es necesaria, es que de un disco no tiene por qué gustarte algunos de sus temas, o bien directamente no termina de entrarte el trabajo en general, y será normal para aquel que no haya escuchado jazz anteriormente: lo importante es darle la oportunidad al siguiente y, un día, sin darse uno cuenta, recupera alguna propuesta antigua y se da cuenta de que ahí había una joya para la que aún no tenía el oído hecho.

    El jazz muchas veces es duro de paladear en la primera escucha, incluso grabaciones muy antiguas tienen poca calidad y las hace menos proclives a enganchar al oyente. Sobre los motivos hablaré en la próxima entrada usando como hilo conductor un disco magistral de cool jazz.

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  3. Empecemos a caminar en este mundo, tu exposición David impecable.

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  4. Eres un pozo de sabiduría David ;-) Leyendote he aprendido cosas que desconocía... aunque esto no es nuevo tratandose de jazz. Ahora.... a buscar el disco y darle varias escuchas.

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  5. Tremendo trabajo el que tienes por delante. Voy a hacer los deberes de cada uno de los discos que plantees. Muchísimas gracias.

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  6. Hola jazzeros!!! XDDD

    Abro el fuego sobre este primer disco "para ver la luz" con mis impresiones de escucha. Impresiones subjetivas, debo decir ya que mi desconocimiento del jazz podríamos decir que es infinito.

    De todas formas, imagino que es de lo que se trata. De plasmar cada cual su visión a lo largo del camino.

    Debo reconocer que vengo algo condicionado ya que mi único acercamiento al jazz viene de la mano de Spyro Gira y Earl Klugh. Alguién comentó que eso era "soft jazz" y no sé si tiene mucho que ver con el jazz puro y duro.

    Al disco le he dado cuatro o cinco escuchas y en cada una he intentado "abrir mis orejas" un poco más que en la ocasión anterior.

    Me he sorprendido a mi mismo pensando "coño..... ¿y las guitarras?". Llamadlo "deformación profesional" pero es cierto que cuando tenemos preferencia por un determinado instrumento, pensamos que no hay vida más allá de él.

    Tremendo error, claro está.

    El disco me ha gustado pero hasta cierto punto. Creo que siempre me pasa lo mismo y me explico.

    Cuando son temas tranquilos con pasajes lentos, mis oidos lo asimilan, siguen la armonía y mi cabeza no lo rechaza.

    Cuando el tema es veloz o el pasaje coge fuerza mis orejas empiezan a "rechazarlo".

    Y se que el problema no es la velocidad. En ese caso no podría escuchar a Malsteem, Petrucci y demás "velocistas" y sentirme a gusto.

    Creo que lo que me pasa es que mis oidos no están entrenados (aún) para soportar tanta tensión armónica. Es un tema de educación auditiva en el que habrá que trabajar.

    En resúmen me doy un aprobado. He conseguido darle varias escuchas y disfrutar de bastantes temas, aunque de otros no tanto XDDD

    También tengo claro que necesito mejorar ;-)

    Un saludo a toda la clase XDDDD

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  7. Habrá guitarra: Pat Metheny, Jim Hall, Kenny Burrell, Wes Montgomery… No obstante, es cierto que si estás acostumbrado a estilos que soportan gran parte de su peso en las guitarras, empezar a escuchar metales y pianos como protagonistas y no como aderezo, es duro para el oído. Lo has escuchado bastantes veces y, si alguno de los temas te ha entrado, ya vas por buen camino. De hecho, no lo he comentado, pero es complicado que, sin tener cierto callo en el oído, todo un disco de jazz vaya a ponerte como una moto: será cuestión de ir siguiendo las recomendaciones (luego, pasa un tiempo, retomas un disco de los primeros que oíste, y empieza a tomar una nueva dimensión). Como tocas la guitarra me permito la licencia de hablar de música, ten en cuenta que probablemente estés acostumbrado a power chords, triadas y, como mucho, acordes de séptima como sonoridad del 90% de lo que escuchas: es la sonoridad que espera tu cerebro y, el resto, aún le chirría (aunque los acordes de novena, por ejemplo, son muy típicos del funk, los de sexta también en el blues y, en general, puedes encontrar todo tipo de acordes en rock y pop… pero uno de trecena alterada, por ejemplo, empieza a sonar “denso”).

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  8. Sip, cuesta sobretodo no oír la guitarra. Siempre me pasa lo mismo, nunca sé hacia dónde van esos fraseos cortos, cortados a filo. Per sí que es cierto que te transporta, casi soy capaz de oler el local impregnado de tabaco rancio y madera añeja...

    Otra cosa muy importante, es que cada músico tiene su protagonismo , si eres capaz de seleccionar un instrumento por sí solo te das cuenta que no está para dar solamente entereza al conjunto sino que es una parte más, casi independiente.

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  9. Esos fraseos cortos, nerviosos, en staccato, son muy típicos del bebop y, lógicamente, el hard bop los adoptó. En la nueva entrada que he publicado hoy encontrarás un estilo más legato, calmado y con mayor continuidad melódica: así es el cool, el subgénero con el que rivalizó el hard bop.

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