miércoles, 13 de abril de 2016

Aquí, mi manifiesto



Aquí el autor, sobrado de egocentrismo
Recuerdo una ocasión en la que una buena amiga hablaba del jazz como “[...]esa música desordenada en la que tocan sin sentido, a lo loco”. A pesar de saber lo alejada que estaba su apreciación de la realidad, entendí qué quería decir, y entendí que eso es mucho de lo que hay en el imaginario colectivo sobre este mundo. No la consideré ignorante, sólo desinformada.

Parte de la culpa de la distancia que muchos toman con el jazz, incluso hablo de instrumentistas, es ese ese aura de música culta que, en ocasiones, roza la pedantería de la exclusividad. Sin embargo, el jazz nace y se hace en sus primeros tiempos a base de sudor de trabajo, sangre de segregación racial y humildad. Del jazz se puede hablar de la forma más llana y accesible porque, como toda manifestación artística, entronca con algo tan inherente al hombre como son los sentimientos y las sensaciones, y estos son universales.

Lo que sucede es que no todos los caminos llevan a Roma en el jazz: hay caminos que te llevan al abismo sin pasar por la casilla de salida. Si tuviera que nombrar mis diez discos favoritos del género, probablemente no sería ninguno de los que aconsejaría a un aspirante a neófito. Por citar ejemplos, los discos de Andrew HillPoint of Departure”, el “Astigmatic” de Krzysztof Komeda, o “The Shape of Jazz to Come” de Ornette Coleman, me parecen joyas que sólo he podido disfrutar como la tónica, amargándome durante unos años hasta pillarles el gusto, para luego ya no poder abandonarlos. A la mayoría de niños pequeños, si como primera bebida refrescante les das tónica, rara vez volverán a probará. Sin embargo, si alguien es melómano, es complicado que en el vasto mundo del jazz no exista algún género, o algún disco dentro de un género, que pueda lindar con el tipo de música que más le gusta y así, de su mano, se irá introduciendo en un lenguaje nuevo sin esfuerzo.
Respecto a lo expuesto en el párrafo anterior, se me viene a la cabeza la cantidad de damnificados por el archiconocido “Kind of Blue” de Miles Davis. Ese trabajo es una de las piedras angulares no sólo del jazz, sino de la música contemporánea, sin embargo es una apuesta del autor con una sonoridad que a muchos les resulta exótica, y es que no deja de ser un trabajo con cierto corte experimental. De hecho, mucho jazz surgido tras los años dorados del swing, música de masas en Estados Unidos hasta entrados los años 40 del siglo pasado, mantuvo ese halo de libertad de expresión que hacía que le fuera complicado conectar con el gusto mayoritario. Muchos músicos habían llegado hasta ese punto de evasión de las corrientes principales escapando de standards manidos por Big Bands, convertidas prácticamente en empresas que les mantenían a sueldo y que eran adoradas por el público. Nacía o se reconvertía una nueva generación de artistas que querían dar su visión más particular sobre el género; así, y entre otros muchos motivos que expondré en otras entradas, en los años 40 nació el bop, que ya no era música tan popular como el swing. En plena crisis social surgieron movimientos de defensa de la identidad racial, contra la represión de clases, de lucha contra el racismo etc. que, en la música que nos concierne, tuvieron su reflejo en una ruptura cada vez más radical con los tradicionalismos; de ese modo, nació tras el contestatario hard bop el avant garde y, cercano en el tiempo, el free jazz, que no es que estuviera enfocado a un público minoritario: directamente era una exteriorización personal de los sentimientos íntimos a través de la música, donde sólo había tripas, y las reglas –armonía, melodía, rítmo, compás, timbre, técnica…- no tenían más razón de ser que lo que al intérprete le surgiera en ese instante como vómito de su alma.

Si bien nunca en el jazz ha dejado de hacerse música “comercial” -mucha de ella de una calidad incuestionable, incluso verdaderas obras maestras-, no es menos cierto que muchos de los pilares que vertebran la historia de este género no tenían un ojo puesto en el mercado discográfico -aunque expontáneamente algunas resultaron ser bombazos lucrativos para sellos y productores-; es por ello que, para los amantes del jazz, sea complicado recomendar discos sin pecar del entusiasmo al que empuja el gusto personal, y sin caer en la cuenta de que se aconseja desde el callo de haber curtido el oído con años de escucha de resoluciones atípicas en la música popular, de intervalos disonantes, polirritmias, patrones arrítmicos, atonalidad, uso de varios centros tonales simultáneos, manejo experimental del timbre del instrumento… Todo eso, o incluso sólo parte de ello, en una primera escucha, carece de sentido para muchos oyentes, y pueden terminar definiendo el jazz como “[...]esa música desordenada en la que tocan sin sentido, a lo loco

En este blog sólo quiero tender una mano, con humildad, a todos los melómanos inquietos que desean ir por la vereda más llana hacia eso tan escarpado que les puede parecer en su imaginario el jazz. A muchos sé que os perderé por el camino pero, si alguno termina atrapado en este universo de forma inevitable y para siempre, yo daré por bueno mi tiempo.

Dejo claro que yo no soy ningún experto en jazz, dejo claro que a mí no me entra igual de bien todo el jazz, dejo claro que tengo preferencias por determinadas épocas y estilos del jazz, dejo claro que no hay nada de lo que yo pueda opinar sobre este tema que sea digno de sentar cátedra, dejo claro que mucho de lo que comente o recomiende será objetivamente erróneo desde mil puntos de vista y sólo objetivamente correcto desde mi absoluta subjetividad, en ese momento y para nunca más.
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De momento, el "Kind of Blue" de Miles Davis, tendrá que esperar.

Salud y música

6 comentarios:

  1. Despues de esta introducción que has hecho he de reconocer que sólo me suena Miles Davis y de nombre únicamente. Así que espero que los discos que vayas proponiendo sean digeribles para mi duro oido. Prometo intentarlo ;-)

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  2. Prometo intentarlo... aunque mis oídos están oxidados por el metal que contienen

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  3. Personalmente, y aunque no se aun profano del todo, me viene cojonudo una buena guía sobre este Universo sonoro. Muchas gracias por el curro!

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  4. Estoy deseando que publiques la 4a entrega del blog, hasta el momento me ha encantado. Muchas gracias!

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  5. Muchas gracias, Guillermo. Lo tengo un poco parado en verano, pero a la vuelta, en septiembre, llegará la siguiente entrada.

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  6. Animo David. Es un trabajo duro el que haces pero mucha gente como yo, que quiere que le guste el jazz y no sabe cómo empezar, te damos las gracias por tu tiempo, tu trabajo y tus conocimientos. Mucho ánimo, te seguimos.
    Saludos, José Luis.

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